> Una de las cualidades destacadas en el amplio alcance de Critical Art Ensemble, es la toma e intervención de planteamientos discursivos preconcebidos desde los puntos más conservadores del entorno público para extraer y re-combinar sus capacidades representativas (usualmente los resultados están acompañados de efectivas y controvertidas confrontaciones, por ejemplo, Molecular Invasion), dando cabida a una particular propagación de interrogantes estratégicamente colocadas, con el fin de desarticular las elaboraciones con las cuales se erige la cultura corporativa/industrial/científica.

Es en esa capacidad altamente disruptiva en donde CAE deposita críticas audaces hacia la creciente expansión de la certeza pancapitalista.

La Retórica Promisoria de la Biotecnología en la Esfera Pública propone entablar una postura escéptica ante el resurgimiento de franquicias científico-tecnológicas que esquilman la codiciada mediación de la naturaleza, revisando escrupulosamente las entrañas que integran la/s narrativa/s científica/s (biotecnología) y sus consecuentes producciones idiosincrásicas.

​Si bien no es indispensable irradiar cada una de las razones por las cuales este texto goza de una vigencia coetánea a la actual expansión del dominio biotecnológico (entre otras esferas que ahora se disputan la antes mencionada mediación de la naturaleza con el individuo), es necesario considerar que su acercamiento al constante reemplazo de los valores eclesiásticos por miradas utópicas concernientes/aplicables al bienestar común es fundamental para aprehender las intrincadas ataduras a las que la carne es sometida con respecto a su agencia y dependencia.

Si en efecto, los valores del biocapital han reformado radicalmente las relaciones del individuo, ¿no es entonces pertinente revisitar bajo qué negociaciones (y negociadores) se está instituyendo nuestra estructura orgánica?
LA RETÓRICA PROMISORIA DE LA BIOTECNOLOGÍA EN LA ESFERA PÚBLICA

CRITICAL ART ENSEMBLE

TRANSLATION: H C-(M) | 2018
La retórica promisoria de la biotecnología en la esfera pública.
Critical Art Ensemble
2001 [*]


Así como el alma cristiana ha proveído un concepto arquetípico a través del cual entender a la persona o la continuidad del ser, el ADN aparece en la cultura popular como una entidad parecida al alma, una reliquia sagrada e inmortal, un territorio prohibido. La similitud entre los poderes del ADN y los del alma cristiana, sugerimos, es más que lingüística o metafórica. El ADN ha asumido las funciones sociales y culturales del alma. Es la entidad esencial—la localización del ser verdadero—en las narrativas del determinismo biológico.

— Dorothy Nelkin y Susan Lindee

La sabiduría popular en la cultura occidental nos ha dicho durante mucho tiempo que la ciencia es nuestra nueva religión. Este tropo se ha repetido regularmente desde la creación del nihilista Bazarof [†] de Turgenev y el pronunciamiento de Nietzsche sobre la muerte de Dios. Como la mayoría de las proposiciones derivadas de la percepción popular, hay un elemento de verdad en ella. La ciencia es la institución de autoridad correspondiente a la producción de conocimiento, y tiende a reemplazar esta función social particular de cristianismo convencional en occidente. De acuerdo con esta posición, la ciencia se ha convertido en una lenta pero firme creadora de mitos dentro de la sociedad, y por lo tanto definiendo para la población general la estructura y dinámica del cosmos y los orígenes y cualidades de la vida, o, en otras palabras, definiendo la naturaleza misma. Así como la religión definió alguna vez el papel del humano en el cosmos, la ciencia hace lo mismo de tal manera que la economía política del día parece ser parte de la naturaleza y estar en sintonía con sus leyes e imperativos. Ciertamente la teoría de la evolución es un ejemplo de ciencia que satisface las necesidades ideológicas del capital.

La ciencia nunca ha estado muy cómoda con su designación como la nueva religión, y con razón. Después de todo la analogía es muy laxa, ya que la ciencia y la religión comparten muy pocas narrativas maestras. La retórica de la ciencia en general, también se alejó de la retórica de la teología. La ciencia ha desarrollado su propio lenguaje para representarse ante el público (es decir, aquellos que están fuera de cualquier especialización científica), y las raíces de su lenguaje están en el dialecto secularizado de la Ilustración. Sin embargo, en la relación entre la ciencia y el público, encontramos una segunda sugerencia de por qué a menudo se percibe a la ciencia como la nueva religión. La ciencia es una mediadora clave en la relación del público con la naturaleza, tanto como la Iglesia Católica Romana en la época medieval medió la relación de su público con Dios. Tal vez los Verdes[‡], con su relación simple y personal con la naturaleza, podrían ser nuestros protestantes modernos. Una vez más, la analogía puede empezar a ser bastante tonta cuando se le empuja demasiado lejos, pero a la luz de la nueva revolución de la biotecnología, este ejercicio puede ser una necesidad.

Como productora de conocimientos clave para el capital, la ciencia se encuentra en una posición de gerencia media subordinada. La sabiduría popular nos falla cuando se observa que la ciencia como institución no es la Iglesia de Inocencio III. De ninguna manera es una sede general de poder; su poder reside sólo en los detalles de la producción de conocimiento. De hecho, esta posición es de privilegio, pero tiene límites definidos. Debe explicarse a sí misma, y hacerlo de la manera en que lo exige el capital, demostrando que su producción de conocimiento es lucrativa (particularmente en la forma de aplicación, de ahí el matrimonio ciencia-tecnología). En caso de que falle en esta tarea, no será la gran mediadora de la naturaleza por mucho tiempo; sin embargo, la ciencia ha tenido mucho éxito en impresionar a su jefe durante el siglo pasado, y no muestra signos de retirarse. Está dispuesta y es capaz de servir exclusivamente a las necesidades de capital, no sólo generando conocimiento que puede ser aplicado con fines de lucro, sino también al no generar ningún conocimiento o aplicación que pueda ser perjudicial para el mantenimiento y/o la expansión del sistema (por ejemplo, la ciencia ha evitado crear un automóvil que no use combustible fósil).

Con el fin de justificar la naturaleza selectiva de esta variedad de servicios, para impresionar y provocar a las diversas clases que monitorean y distribuyen el capital de inversión marcado para la investigación y el desarrollo, y para sostener su espectáculo como una institución benévola que proporciona grandes maravillas al público en general, la ciencia ha construido una retórica de la promesa derivada de los principios políticos de la Ilustración para desplegar un espectáculo, ya sea de seducción o desviación. Este sistema retórico es más evidente cuando el conocimiento se encuentra con el público en la forma aplicada de la nueva tecnología. Desde la construcción de ferrocarriles a la construcción de internet, las promesas utópicas con respecto al último fenómeno tecnológico nos han inundado. Y al igual que aquellos de cada generación desde mediados del siglo XIX, los críticos de la tecnología han intentado hender estos reclamos exagerados (aunque generalmente sólo con un éxito modesto). Si bien gran parte de esta retórica proviene de los científicos por las razones expuestas anteriormente, ellos solos no tienen la culpa. Estas promesas sólo continúan exagerándose cuando son redistribuidas por agentes de marketing, medios del capital y por una amplia variedad de ideólogos del capital. En esta generación, se ha dedicado tiempo considerable a criticar el valor del internet por parte de pensadores de izquierda como Pit Schultz, Geert Lovink, Richard Barbrook, Konrad Becker, Lev Manovich, Inke Arns, Oliver Marchart, Matt Fuller, Mark Dery, Critical Art Ensemble, y muchos otros. Ellos se han esforzado por disminuir las promesas de los mercadólogos en sus múltiples caras, por revelar la infraestructura ideológica de la tecnología y su representación, y por demostrar que incluso la posibilidad utópica más pequeña contenida en la retórica probablemente no sería comprendida por la mayoría de la población mundial. Si bien las promesas hechas sobre tecnología son muchas y aparecen en varias permutaciones, tienden a clasificarse en cuatro categorías principales: democracia, libertad, eficiencia y progreso. La democracia aparece como la noción de que todos serán empoderados por la nueva tecnología y, por lo tanto, tendrán una mayor participación/agencia dentro del ámbito social. Por ejemplo, una promesa es que la nueva tecnología de transporte (la mayor de las tecno-revoluciones nació con el compromiso del capital con los trenes) creará un estado cosmopolita en el que nadie estará restringido por los límites espaciales. Por supuesto no hay una ganancia real, sólo ganancia relativa. La estructura de la clase se replica en la tecnología. Los estratos de clase revelan quién puede ir más lejos, más rápido, con más frecuencia y en qué grado de comodidad. Mientras que una persona menos privilegiada puede viajar más lejos que nunca si así lo desea, la distancia relativa entre lo que los miembros de diferentes clases puedan hacer y lo que es probable que hagan, sigue siendo aproximadamente la misma (o aumenta).


La libertad se presenta generalmente en términos de ausencia de elementos sociales restrictivos. Esta promesa puede tomar muchas formas. La liberación de la función ignominia[§]​ en forma de trabajo es un ejemplo de una modalidad típica; sin embargo, décadas de tecnocultura nos han enseñado sólo que cuanto mayor es la intensidad de la tecnología, mayor es la carga de trabajo. Lo mismo ocurre con la eficiencia. La eficiencia mejorada solo significa más ganancias y velocidad para el capital, mientras que la promesa implícita de beneficio individual nunca parece materializarse. En conjunto, surge una definición de progreso que significa nada más que la expansión del capital, pero se presenta como un avance del bien común.

Esta colección de trivialidades retóricas ha funcionado bien durante más de cien años, introduciendo numerosas innovaciones tanto mecánicas como eléctricas, tanto analógicas como digitales, con un fuerte apoyo público. A medida que la revolución biotecnológica se ponga en marcha, la práctica estándar de hacer alarde de los principios utópicos de la sociedad burguesa debería volver a suceder, pero por extraño que parezca, eso no está sucediendo. El problema es que la historia está interrumpiendo el desarrollo de otro ciclo de las mismas viejas promesas. La biología trató de tener su revolución social antes (antes de que estuviera técnicamente lista para llevarla a cabo), cuando se creía que el Darwinismo podía explicar la naturaleza del proceso biológico y su relación con el “progreso” social. Se hicieron las promesas habituales: la democracia real surgiría a través de la ingeniería biológica porque todos los ciudadanos serían agentes aptos para la acción política. Surgiría una igualdad verdaderamente autoconsciente y auto generadora. Las personas serían liberadas del destino biológico al controlarlo ellas mismas, y serían capaces de aplicar los valores y la moral de la sociedad a la producción de la carne. De esta forma, el progreso biológico sería paralelo al progreso tecnológico.

Lo que apareció en su lugar, fue el espectáculo de horror de la eugenesia que dio lugar a atrocidades indescriptibles. La máscara utópica cayó del rostro del capital, y la vista fue repulsiva: crianza selectiva, abortos forzados y esterilizaciones, y en los peores casos, genocidio. Todas las poblaciones sobrantes (es decir, las que no tienen uso para el capital) fueron atacadas brutalmente o se eliminaron. En el otro extremo del espectro (eugenesia positiva), el capital trabajó en un medio biológico para replicar las poblaciones que requería recompensando socialmente a quienes criaban para la salud, la inteligencia y el carácter moral.

La iniciativa eugenésica escindió una herida tan profunda en el cuerpo social que todavía tiene que sanar por completo. Hasta este día, sigue siendo un recuerdo doloroso que es casi imposible de reconocer. En los EE. UU., la eugenesia se considera algo muerto y olvidado. Algunas autoridades americanas reconocen que los EE. UU. fueron líderes en práctica y filosofía eugenésica. La sensación es que sucedió en otro lugar (probablemente en Alemania, donde había nazis). Desafortunadamente para la nueva generación de genetistas y biólogos moleculares, la retórica utópica que una vez sirvió tan bien a otros productores de ciencia y tecnología ahora está contaminada. Usar ese lenguaje podría reavivar fantasmas del pasado que es mejor dejar descansar. Dado que el público ya ha visto el verdadero rostro del capital y sus planes para la carne (invasión e instrumentalización), no sería acertado usar una representación que pueda incitar el recuerdo de esta visión, porque podría llevar a una condena popular de la nueva trayectoria de las ciencias de la carne.

La pregunta ahora es, ¿qué retórica se puede usar para representar la nueva iniciativa biológica de modo que pueda mantener su distancia de la eugenesia?
¿Si la retórica secular de la Ilustración no está permitida, qué queda? Un buen lugar para virar es la retórica utópica del cristianismo (y en particular la Iglesia Católica).[**]


La Iglesia sobrevivió al movimiento eugenésico razonablemente ilesa, al menos en la medida en que no fue vista como una iniciadora principal del movimiento, y en algunos casos fue abiertamente crítica de la misma. La razón por la cual la Iglesia actuó de esta manera es cuestionable. Claramente, la idea de que la creación podría ser apropiada por los humanos no le sentaría bien a la Iglesia, y por lo tanto su posición era defender su sistema de creencias de una arrogancia secular que estaba fuera de control. Sin embargo, también se podría argumentar que la denuncia de la eugenesia por parte de la Iglesia sirvió para beneficio propio. Por ejemplo, entre 1900 y 1920, muchos de los grupos marginados en los EE. UU. que serían afectados negativamente por el movimiento eugenésico, como los polacos, los italianos y los irlandeses, eran mayoritariamente católicos. La Iglesia podría perder su electorado en América, y por consiguiente su clamor público. Esta noción de autoservicio es reforzada por el hecho de que tal proteccionismo se disipó más tarde en el siglo cuando los judíos se convirtieron en el principal grupo afectado por la eugenesia. Sea como fuere, la retórica del origen y la creación utilizada por la Iglesia permaneció desvinculada de la eugenesia, por lo que su retórica aún está abierta a la apropiación para aquellos que tienen la autoridad para usarla.

Volviendo a la sabiduría popular de que la ciencia es nuestra nueva religión, en el caso de la revolución biotecnológica puede haber un elemento adicional de verdad. Las promesas espirituales de una institución moribunda ahora renacen como una realidad material que no depende de la fe. En el proceso, tal vez estemos presenciando otro intento de resolver el enigma del escéptico que quiere creer. Este problema fue presentado elocuentemente por Dostoevski/Достоевский\Dostoyevsky a través Iván, personaje de Los hermanos Karamázov. Iván tiene el deseo de creer en Dios, pero su envolvimiento en el misterio y lo pasmoso lo incapacita al proporcionar respuestas para los males en el mundo. Sí, efectivamente, la prueba empírica de su incompetencia es abrumadora. Por ejemplo, Iván guarda recortes de periódico de atrocidades cometidas contra niños. ¿Cómo puede un Dios bueno y justo permitir que tales cosas sucedan? Al decidir entre Dios y la justicia (lo secular), Iván se siente obligado a elegir la justicia, pero sufre mucho por esta elección. Aquí en el próximo fin de siécle [vi] , esta paradoja del sufrimiento psicológico ya no es tan confusa. Todo lo que una vez estuvo envuelto en el misterio ahora está abierto a la responsabilidad y la medición. La elección no es atravesar lo absurdo y saltar a mundos trascendentales mediante una fe intransigente, ni estar de parte de la justicia a expensas de un alma vacía; más bien, la mejor opción es entender que la redención se basa en lo material. Ya sea que se trate de preguntas sobre una nueva génesis, curación, conexión universal o incluso inmortalidad, las respuestas se encuentran en estratos moleculares más allá de la realidad operacional; sin embargo, este otro ámbito puede ser medido, modelado, catalogado y manipulado. El acceso controlado a la creación, la vida y el cosmos debe ser considerado como la solución al dilema de Iván.
La búsqueda de la nueva Eva

Las señales y signos bíblicos están arraigados en la cultura occidental. Desde la infancia se nos enseña a reconocerlos e interpretarlos. Por esta razón la metáfora bíblica siempre ha sido una fuente excelente en la cultura especializada para utilizarse al hablar de cultura popular. Eva es uno de esos símbolos inmediatamente reconocibles, ya que incluso los menos educados e/o incondicionalmente seculares han tenido este signo de origen/creación incrustado en su vocabulario cultural. Desde la legitimación de la teoría de la evolución, la ciencia ha tenido una relación antagonista a regañadientes con la teoría creacionista, la cual se aferra a la interpretación literal del signo de Eva y la narrativa del Génesis. Sería mejor si los creacionistas simplemente se marcharan y dejaran a la ciencia hacer su trabajo, pero como molestos tábanos, siguen desafiando la teoría de la evolución con argumentos apoyados únicamente por proposiciones infundadas contenidas en un libro sagrado. Como lo indica la sabiduría popular estadounidense encontrada en pegatinas colocadas en los parachoques de automóviles: "La Biblia lo dice, yo lo creo, eso es todo." Para poder responder al público no especializado acerca del origen de la vida, la ciencia ha logrado más que destruir a los creacionistas con sus (empíricamente en parte) argumentos: se ha apropiado de su símbolo. Ahora tenemos una Eva Simio— una encantadora australopiteco encontrada en África. Y se cree que es la más antigua de nuestros antepasados humanos. (Debe tenerse en cuenta que si bien, es una Eva Simio, también se le conoce como Lucy, nombrada así por la canción de los Beatles en el momento de su descubrimiento.) La ciencia corrigió la equivocación bíblica por segunda vez al probar empíricamente que la primer mujer Homo Sapiens fue de origen africano y apareció en algún lugar hace aproximadamente 100,000 o 400,00 años. Es conocida como Eva Mitocondrial después del rasgo genético utilizado para rastrear su origen y determinar su edad. La amplia aproximación de su edad se debe a la incertidumbre entre los científicos sobre cómo funciona el reloj mitocondrial. Algo en lo que los científicos sí están de acuerdo es que la primer Homo Sapiens es mayor que los 6000+ años que los escolares fundamentalistas argumentan para Eva.

El Proyecto Genoma Humano tiene una última Eva que la ciencia nos ofrece. Ella es la única que ayudará al público a entender el comienzo de una segunda génesis—una que no está comprometida a ninguno de los límites reproductivos que alguna vez separaron a la especie—y entenderla como algo bueno. Ella es Eva sin el amaine—una Eva de gracia perpetua, pero lo más atractivo es que es una Eva aleatoria.

La mitología de esta Eva es la siguiente, aunque la narración tiende a variar ligeramente con cada científico que CAE entrevistó: cuando el Proyecto Genoma Humano (PGH) inició su misión de mapeo y secuenciación de todo el genoma humano, necesitaba ADN para dar comienzo a su cometido. Dado que el PGH fue una iniciativa académica/gubernamental, se establecieron comités de ética para garantizar que esta investigación genética no se adentrara en territorios que era mejor no explorar. Una de las preocupaciones entre todos los participantes era asegurarse que aquellos que donaran sangre al proyecto lo hicieran anónimamente, por lo que sus identidades estarían protegidas de los medios y de varios objetores del proyecto que podrían hostigar a los participantes dispuestos. Una junta de revisión fue establecida con procedimientos estrictos para asegurar la privacidad de los donantes de sangre. Sin embargo, después de que el primer donante fuera aprobado, no fueron necesarios otros donantes. El ADN del primer voluntario aprobado se produjo en masa (fue copiado) cuantas veces resultara necesario. ¿Por qué tomarse la molestia y el gasto de tener más donantes? Después de todo, un donante es suficiente para las necesidades del proyecto. Lo que se sabe de este donante es que es una mujer de Buffalo, Nueva York. Ella es la Eva de la segunda génesis. Será curioso ver si ella también está etiquetada por la ciencia con el signo del origen.


Nueva Naturaleza

La habilidad de copiar y recombinar presenta una paradoja cosmológica. Por una parte, las criaturas de la tierra, las plantas y los animales, grandes y pequeños, ya no tienen ningún rasgo esencial. La teoría posmoderna hizo esta proposición años atrás, argumentando que las cualidades son un asunto de performatividad basada en lo social, y que esas cualidades siempre se están convirtiendo en otras. Para probar su posición, los teóricos rastrearon el planeta en busca de evidencia que contradijera los universales biológicos. Judith Butler por ejemplo, siguió esta fórmula al estudiar el sexo humano y el género. Para mostrar que el género era una categoría del devenir en lugar del ser, primero atacó directamente al esencialismo médico y social para citar ejemplos de personas que tenían genitales masculinos pero cromosomas X dobles, y hermafroditas que tenían genitales masculinos y femeninos. Esto demostró que la elección de género es una determinación médica arbitraria reforzada por la dramaturgia de la vida diaria. Si bien estas manifestaciones biológicas son relativamente raras, ocurren con la frecuencia suficiente como para interrogar cualquier afirmación universalista sobre el género. Ahora que el ADN puede ser replicado y ensamblado a voluntad, el concepto del individuo (o de cualquier cosa viviente) como un conjunto temporal de relaciones orgánicas podría convertirse en la norma operacional. Incluso Butler tendría que admitir que, hace apenas diez años, el género estaba condicionado por los límites de la reproducción sexual. En la nueva versión de la naturaleza, no hay límites. La especie es completamente ilimitada (de hecho, la idea de una especie puede ser ahora un anacronismo biológico). El ADN es ADN es ADN, por lo que el ADN de una especie puede ser recombinado con el ADN de otra. El ADN podría provenir de cientos de donantes, todos de diferentes especies. Para usar los términos de Guattari, ahora nos estamos convirtiendo literalmente en plantas y animales. Estas habilidades para copiar y recombinar se pueden utilizar para rehacer el mundo y diseñar la vida de una manera que conciba el cielo en la tierra, un proceso que el biólogo molecular Lee Silver llama " la reconstrucción del Edén".
Por otro lado, si todo el ADN es compatible, ¿no es este el enlace esencial entre todas las creaturas? Aquí hay un nuevo universalismo—el proverbio "todos somos uno" a nivel molecular. O, como dice el profesor de ciencias de Mellon, Edward O. Wilson:

Estamos literalmente emparentados con otros organismos ... Acerca del 99 por ciento de nuestros genes son idénticos al conjunto correspondiente en los chimpancés, de modo que el 1 por ciento restante explica todas las diferencias entre nosotros ... ¿No están estos pequeños pasos ampliando al ser gradualmente por grados, hasta que el ser se identifica con más y más otros?


Para usar una vez más el lenguaje de Deleuze y Guattari, podremos escapar de la tiranía de lo arbóreo que enfatiza la percepción de las relaciones interespecie como fragmentadas y separadas, y cada vez más apartadas entre sí en su complejidad, y por lo tanto, siempre más especializadas. En cambio, el mundo viviente será visto como un mundo más rizomático, con cada punto inmediatamente conectado a cualquier otro punto. En este caso, nuestra propia sobrevivencia y desarrollo están íntimamente conectados con el de todas las demás cosas vivas [vii]​.

Este nuevo universalismo tendrá un impacto dramático en la forma en la que percibimos el mundo, y cómo actuamos en él. Por ejemplo, el nuevo universalismo revolucionará la medicina (como en la farmacología y la terapia génica como respuestas a la cirugía y otras formas de invasión mecánica), pero también va a revolucionar la propia visión del mundo de la medicina en sí. Muchos se quejan de que la medicina moderna se ha fragmentado y desean volver a modelos holísticos más antiguos. Antes del desarrollo de la medicina moderna occidental, la práctica médica occidental estaba dominada por una forma de curación holística basada en el sistema galénico de los cuatro humores que determinaban el carácter de la persona. En este modelo, el médico estaba interesado en el paciente como un todo—actividades (tanto materiales como espirituales), entorno, dieta, etcétera. Con el surgimiento de la medicina moderna en el siglo XIX, este tipo de práctica fue abandonado y la práctica médica se volvió mucho más especializada en sus intereses. Se centró en el micro-nivel, concentrándose en patologías celulares e invasores micro-cuerpo (es decir, gérmenes), y restó importancia a la persona como un todo o la influencia de su vida diaria en su salud. A la luz del nuevo universalismo, la medicina podría regresar a una nueva consideración del paciente; cualquier cosa (condiciones ambientales, por ejemplo) que afecte el nivel molecular (en lugar de centrarse en el enfrentamiento célula / germen y la intervención quirúrgica) podría volverse significativo, y la terapia podría estar inclinada hacia la prevención molecular más que hacia la cura y la detención de los síntomas.

Sin duda, esta nueva paradoja, en la que lo temporal y lo permanente coexisten, se presentará como una situación en la que todos ganan. Ya sea que estemos rediseñándonos o que aprendamos a comprender nuestra interconexión natural de una manera tangible (en oposición a una manera mística), cosas buenas sucederán. Estas promesas llegan al extremo de ofrecer la realidad material de la inmortalidad (y no como un ángel o alma condenada). Con respecto a la inmortalidad, hay promesas cautelosas como esta por el Profesor de Bioquímica S. Michal Jazwinski:

Estamos generando gusanos y ratones transgénicos para probar la hipótesis de que al menos algunos de los genes de longevidad aislados en la levadura son importantes en el envejecimiento de los mamíferos. Si podemos validar esta noción, habremos contribuido a una base para los esfuerzos de descubrimiento de fármacos destinados a mejorar algunos de los déficits de la vejez. Esto, a su vez, ayudaría a avanzar nuestra meta para que todos "mueran jóvenes a una edad avanzada".

Y promesas disparatadas como esta de Michael Rose, profesor de Biología Evolutiva de la Universidad de California en Irvine:

Las tasas de mortalidad aumentan bruscamente con el aumento de la edad, pero una vez que te sales del borde de esa rampa, alcanzas una meseta donde dependes de la calidad de tu capacidad de reparación celular ... creo que ya hay gente inmortal y moscas inmortales. Sólo necesitamos obtener los beneficios de estos genes que confieren inmortalidad a una edad más temprana, antes de que suframos demasiado daño.

Algunos biólogos están convencidos de que están comprendiendo los mecanismos del envejecimiento y la reparación celular. Por ejemplo, una hipótesis es que cada vez que un cromosoma dirige a una célula a dividirse, se corta una pequeña pieza de la punta del cromosoma. Cuando la punta se vuelve demasiado corta, deja de ordenar que la célula se divida y la reparación de la misma se detiene. A medida que la célula no reproductiva envejece, puede comenzar a funcionar mal, y aquí es donde realmente comienzan los problemas del envejecimiento. Los biólogos creen que si pueden encontrar la forma de mantener la punta del cromosoma, nunca le dará a la célula el mensaje de que deje de dividirse, y de esta manera podemos combatir el envejecimiento, combatir ciertas enfermedades y quizá vivir para siempre. Este descubrimiento es doblemente emocionante porque desde hace tiempo se sabe que algunos animales, por ejemplo las tortugas, no envejecen (deterioran). Tal vez se pueda iniciar un proceso de reparación celular de por vida en humanos a través de la terapia molecular.


Como siempre, el capital hace que las tecno-revoluciones suenen bien, y en la medida en que los intereses de los individuos y del capital se intercalan, la revolución será buena. Desafortunadamente, no sabemos cuán grande será esta incorporación, y si hemos de juzgar por experiencia previa, podemos esperar que sea mucho peor que mejor. Además, aunque las promesas utópicas aún tienen que manifestarse, los numerosos problemas (demasiado numerosos y demasiado grandes para enumerarlos aquí) ya se están manifestando.

El más espantoso de estos problemas es el renacimiento de la eugenesia. Esta vez, es principalmente una eugenesia positiva que ha regresado en una forma diseñada para resolver el problema de la replicación de la fuerza de trabajo durante un momento de rápido cambio económico y expansión.[ix] Ahora que los humanos se han convertido en un conjunto temporal de relaciones biológicas, una oportunidad ha surgido para rediseñar su matriz biológica y así ajustarse mejor a las necesidades del capital. Para aquellos que someten su descendencia al rediseño, el capital promete a cambio darle a ese infante una predisposición para una ventaja competitiva en el mercado abierto (mayor inteligencia, mejor salud, mejor destreza, una apariencia más deseable, etcétera). Esta forma de eugenesia positiva es impulsada por el mercado, y se paga por sí misma, matando así a dos pájaros de un tiro, al lograr tanto beneficios lucrativos como un mejor trabajador/ciudadano. Los valores/necesidades de capital ahora son inscritos en el cuerpo a nivel molecular. Aún queda por ver cuán lejos irá este proceso de rediseño. En la actualidad, se ofrecen formas muy simples de elección, como donantes de esperma u óvulos con rasgos particulares, pruebas embrionarias (a cuatro u ocho células) seguidas de la auto-terminación embrionaria si la calidad no mantiene los estándares establecidos, reducción selectiva de múltiples fetos, etcétera. Los rasgos recombinantes aún no se han introducido, pero dados los valores lucrativos del capital, velocidad y expansión, por encima de todo, no hay motivo para creer que los experimentos de rediseño no continuarán (lo más probable es que se presentarán como investigación médica).

El segundo gran problema gira en torno a la privatización. Bajo la hegemonía del capital, es un milagro que no paguemos por el aire, o que no hay un impuesto al menos. Sin embargo, pronto tendremos que pagar por nuestros genes, porque ningún recurso biológico desde el nivel molecular en adelante permanecerá en el dominio público. Todos los genes y bioquímicos útiles/lucrativos de varios genomas están siendo privatizados y patentados. Es emblemático de esta tendencia el patentamiento de la azadiractina, derivada del árbol de nim/neem de India. Este árbol ha sido destacado durante siglos por sus características generales de curación (pero es particularmente útil para aliviar las infecciones) y como pesticida natural. W. R. Grace aisló el químico más útil de la planta (azadiractina) y lo patentó. Si bien el proceso de aislamiento era conocido por las empresas indias, estas no lo patentaron; el nim/neem, junto con sus útiles propiedades y el conocimiento de cómo usarlas, se consideraba parte del dominio público. Después de todo, la comprensión de cómo usar las propiedades medicinales y otras propiedades útiles del árbol se había desarrollado a lo largo de los siglos. En un acto directo de agresión colonial—eco-piratería, para aplicar otro término—W. R. Grace se apropió de esa comprensión y ahora tiene el control relativo de un recurso público tradicional[x]. El problema final es la necesidad ecológica de la diversidad. La diversidad biológica entre especies y dentro de especies que comparten el mismo ámbito operativo que los humanos está comenzando a disminuir. La verdad del asunto es que el monocultivo es muy rentable a corto plazo, a pesar de que puede significar un desastre a largo plazo, particularmente en lo que respecta a la producción de alimentos. La agricultura industrial siempre está buscando maneras de maximizar el uso de la tierra y de desarrollar un producto lo más robusto posible. En consecuencia, las variedades de plantas que son menos robustas o que por alguna razón requieren demasiados recursos para producirse se están perdiendo. Por ejemplo, a finales del siglo XX había más de 7,000 variedades de manzanas cultivadas en EEUU; ahora hay menos de 1,000. Esta diversidad interespecie es una defensa natural contra parásitos y enfermedades. En caso de que una enfermedad que afecta a manzanas, similar a la grafiosis, atacara a esta población con su variedad disminuida, existe la posibilidad de que una de las variedades tenga una defensa natural contra ella. Imagina este problema afectando a productos básicos de monocultivo como la soja o el trigo. Las técnicas de la agricultura industrial, llevadas al límite por la necesidad de seguir siendo competitivas en precio, están forzando a los agricultores a usar semillas recombinantes desarrolladas por las corporaciones. Las técnicas de cultivo industrial, impulsadas hasta el límite por la necesidad de permanecer competitivas en precio, están obligando a los agricultores a utilizar semillas recombinantes desarrolladas por corporaciones. La máquina lucrativa está activada, y ni siquiera la amenaza del desastre ecológico la apagará.

Conclusión: Sobre los Milagros

Para el filósofo del escepticismo, David Hume, un milagro es "una violación de las leyes de la naturaleza". En la época de Hume, una de estas leyes era que solo los miembros de la misma especie podían reproducirse mediante el emparejamiento de género. Esto ya no es verdad. ¿Es la nueva biología un milagro en este sentido, o es que no queda ninguna naturaleza cuyas leyes puedan ser violadas? ¿Todo lo que queda es una colección de recursos que debe ser administrada para la generación de ganancias? Muchos de los nuevos milagros mencionados en este ensayo son verdaderamente maravillosos, pero a medida que se asimilan en el sistema, evolucionan en criaturas menos reminiscentes a las del reino del Edén y se asemejan más a los depredadores de la guerra Hobbesiana de todos contra todos. No hay una retórica lo suficientemente gloriosa, ni siquiera la retórica de lo milagroso, que pueda ocultar la trágica trayectoria de la humanidad bajo el gobierno del pancapitalismo.
​​
​[*] The Promissory Rhetoric of Biotechnology, por su título original, es extraído de Digital Resistance: Explorations in Tactical Media Autonomedia. (2001). New York, N.Y. / Traducción por H C-(M). / La traducción y publicación de este ensayo fue previamente autorizada por Critical Art Ensemble.

[†] Para expandir el desarrollo temático en el que Yevgeny Vassilyich Basarov/Bazarof se desenvuelve, se sugiere consultar Character and Theme in "Fathers and Sons" de Gary R. Jahn.

[‡] De acuerdo con CAE, Verdes hace referencia a aquellas personas involucradas en acciones ambientalistas, es importante no relacionar esta referencia con afiliaciones políticas de ninguna nación.

[§] Función ignonimia se sugiere como respuesta a la palabra drudgery (que de acuerdo a distintas fuentes de traducción inglés-español tiene como equivalente al castellano trabajo penoso o trabajo vergonzoso), el compuesto antes señalado no pretende fungir como traducción/definición directa, es todo caso un ejercicio que permite especular sobre las propiedades textuales vertidas en el ensayo.

[**] [Pie de página incluido en la versión original de este texto]:
El otro modelo útil es la cibernética. Incuestionablemente, este modelo de posguerra domina la retórica dentro de las diversas especializaciones en biología, pero pierde su dominio fuera de la especialización. Si la retórica teológica o cibernética se emplea a menudo depende del público al que se dirige. Por ejemplo, los tecnócratas tienden a apreciar el lenguaje de la cibernética más que el lenguaje de la teología, porque es su propio idioma. Sin embargo, otros públicos que no tienen la inversión en cibernética tienden a ser un poco más cautelosos de su reducción de lo orgánico al código.

[vi] Fin de siglo, por su traducción al francés. +

[vii] Cabe mencionar que aunque la traducción directa living things = cosas vivas es restrictiva en cierta medida, se sugiere reemplazar el compuesto por entidades vivas/seres vivos.

[ix] [Pie de página incluido en la versión original de este texto]:
Ver Critical Art Ensemble, Flesh Machine (New York: Autonomedia/ Semiotext(e), 1998) para una discusión más profunda sobre el desarrollo de la reprotección y el desarrollo paralelo de la eugenesia.

[x] Para más información acerca del avance con respecto al estado de la patente en India consultar (2013): https://www.business-standard.com/article/specials/neem-patent-revoked-100051201036_1.html

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CAE HA ESCRITO 7 LIBROS, Y SUS TEXTOS HAN SIDO TRADUCIDOS A 18 IDIOMAS. SUS PROYECTOS DE LIBROS INCLUYEN:
- THE ELECTRONIC DISTURBANCE (1994)
- ELECTRONIC CIVIL DISOBEDIENCE & OTHER UNPOPULAR IDEAS (1996)
- FLESH MACHINE: CYBORGS, DESIGNER BABIES & NEW EUGENIC
- CONSCIOUSNESS (1998)
- DIGITAL RESISTANCE: EXPLORATIONS IN TACTICAL MEDIA (2001)
- MOLECULAR INVASION (2002)
- MARCHING PLAGUE (2006)
- DISTURBANCES (2012).​
■ 2018